
Tengo el canto de serenos que bañan mi mente;
cantaban tristes caminando en las oscuranas.
Sus silvatos eran las compañías cercanas
de los sueños tranquilos y de amores latentes.
Eran las noches que esperaban por las mañanas,
entre las brechas tristes y de melancolía,
cantaban su luz por entre las sombras del día
como garantes de paz y cuentos de fantasmas.
Con corbo y un silvato patrullaban las noches
(entre perros y búhos callaban las luciérnagas)
y escaso, a lo lejos, el sonido de los coches...
Eran luceros brillando ya hace varias décadas.
Los recuerdo vigilantes desde aquellas noches;
se fueron con el búho... en las noches alocadas.
Calos Guzmán
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