Son ustedes las canas que llevo en mi alma,
Tan blancas y puras como las espumas del mar.
Quisiera creer que el sol nuevamente los calentará
Con aquellas energías locas para verlos comenzar.
Epoca en que amando la piel se cubrían de besos,
En que reían confiados preparando el nuevo amanecer;
Con un abrazo y un beso, tan largo como el atardecer,
Y el corazón y el vientre palpitando por sus embelesos.
Hoy los veo caminando juntos sobrios y discretos,
Como recordando en cada paso el amor que los unió.
Amor que los distinguió entre las penas y el dolor,
Con nosotros sus frutos aceptando los nuevos retos:
Porque no hay nada más envidiable en esta vida
Que encontrarse con el espíritu de dos almas,
Tan blancas y tan puras como las espumas del mar,
Haciéndose compañía, por amor, en cada despertar.
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